Para Pily González, por tantos años y tanto cariño

Me gusta abrir el buzón. Su boca honda, como un pozo de inagotables enigmas, siempre me ofrece recuerdos maravillosos. Cuando le miro, es como si viajara a un pasado que me resulta tan lejano como íntimo, tan cercano como emocional, tan creativo como misterioso.

Disfruté de mi juventud rodeada de folios en blanco. Una Olivetti naranja, perfectamente equilibrada, y una legión de bolígrafos bic con la tinta tan azul como el cielo que se filtraba por mi ventana. Fui una joven solitaria, amante de los versos, las cartas y la música clásica. Un indecente espécimen de los años ochenta.

Y las cartas volaban de buzón en buzón, como corazones flotando en la inmensa geografía de nuestras soledades. Eran las cartas de la luz, de la sombra inesperada, del secreto y la sorpresa, del propio descubrimiento de la voz hecha tinta.

Me gusta abrir el buzón y encontrar una carta con tu remite.