Frente a la soledad de los espejos rotos,
sollozando esquinas infinitas de reflejos imaginarios,
dejando que el invierno instale sus caóticas aristas
entre los brazos recién renacidos a la vida.
Tejiendo andamiajes de saliva repentina,
trenzando sanguíneos canastos donde desnudarse del tiempo,
abriendo el surco que ilumina, con faroles de futuro,
el cárnico enigma que alienta el deseo comestible de los besos.
Frente a la soledad de los espejos rotos
solloza el alma de un aliento nuevo encumbrado al olvido de los pozos.
Junio 2010
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