
Me estoy volviendo omnipresente.
Igual me convierto en diosa un día de estos. En etérea papisa, en reina incorrupta o en premio nobel condenada al exilio de los ataúdes vacíos.
Creo que me va a faltar vida para tanta explosión de júbilo.
Mientras tanto respiro y dilato mi agenda como un voluta de oxígeno enamorado.
Bendigo el instante en el que decidí ser tan distinta como yo misma y me persigno ante los altares del teatro y la poesía.
El mañana, como la eternidad, es sólo un punto suspensivo en el vértice de una lágrima, y ya no me quedan pañuelos ni calendarios para ahogarme en la autocompasión del latido.
Ahora dejadme que siga hilando hebras de esperanza sobre la vanidad de la ruecas rotas, que la ventana se me ha poblado de mariposas y tengo que darles luz y versos para que sigan volando hacia el segundo ínfimo de la melancolía.
sabes que estoy contigo…
para lo que haga falta…
Gracias, amor.
Precioso.
Un abrazo
Gracias, guapa.
Un besazo.