Por entre las rendijas de mi alma entra el color de la calle. Afuera es primavera, pero ninguna de sus tonalidades parece permanecer hoy. Aquí sólo entra el gris, el sucio gris del asfalto, de la soledad, de la enfermedad, del miedo y la incertidumbre.

Afuera es primavera: en mi casa, en los ojos de mi hija, en el balcón de mis padres, en la sonrisa impecable de mi amante, en los buenos días de mis hermanos, en las buenas noches de los amigos. 

Mirándolo bien, lo que antes era negro empieza a ser gris. Vamos avanzando.