Hoy, para comer, hemos elegido un menú especial. Las viandas ya están dispuestas, recién preparadas para ser degustadas con el más excelso de los apetitos. 

De primero, aperitivos variados: esperanza al ajillo, aceitunas rellenas de besos y ensaladilla de risas.

De segundo: verduras rebozadas con caricias furtivas, un guisado de imborrables recuerdos y menestra de rúcula, almendras y abrazos en almíbar. 

De postre, y siempre que se imponga el deseo, un tiramisú nacarado con lágrimas de armonía, fruta fresca crecida en el primer rocío y una tarta de nostalgia bañada con alborozada alegría. 

En mi casa tenemos una despensa muy especial.