A veces no podemos dormir, nos lo impide la memoria, el tránsito de los planetas, aquellos ojos que quedaron prendidos en la soledad del olvido o ese último resquicio de conciencia delirante que se acomoda entre los pliegues baldíos de las sábanas rotas. El tiempo permanece estático en la ventana desierta de vida y sólo un aullido de desenamorados balcones se entremezcla en el crujir rotundo de la cortina. Entonces salen a pasear los fantasmas del miedo con sus aceradas cadenas de nostalgia, deslizándose por el umbral vidrioso de los recuerdos sin cuerpo.
Entonces, cuando una espada de hiriente hielo nos mantiene los párpados abiertos como océanos de nácar, es el momento de llamar a los poetas.
Llantos nocturnos
Soñé que estaba cuerda,
me desperté y vi que estaba loca.
Soñé que estaba cuerda,
cuerda,
tendida en mi ventana,
y en mí habían puesto a secar
las sábanas de mis llantos nocturnos.
¡Soñé que tenía un hijo!
Me desperté y vi que era una broma.
Soñé que estaba despierta,
me desperté y vi que estaba dormida.
Gloria Fuertes de «Aconsejo Beber Hilo (Diario de una loca)» (1954)
Como siempre Sacra:
Genial por siempre genial… un saludo Pilar
Gracias, Pilar, pero aquí la genial es nuestra querida Gloria que sabe inspirar tanto… Un beso.