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TODO LO QUE NO SE DICE

Todo lo que no se dice se queda temblando en los enjambres del azafrán, en la mimética hoja del orégano, en la persistente raíz del tomillo que busca el sur perfecto de una brújula enamorada del viento en su imperfecta cordura.

Todo lo que no se dice hiberna en el furor de las cañerías agridulces, en la dualidad de los guantes enhebrados con la lana de la distancia, en las alfombrillas tenaces de los coches sin rumbo que inventan rutas hacia el norte de la luz.

Todo lo que no se dice acaba oculto en los baúles de la tristeza, como leves pinzamientos en las vértebras del miedo, como caústicos sollozos que buscaran la muerte sobre las fosas vacías de huesos y besos, frente al tétrico holocausto de los abrazos inventados.

Todo lo que no se dice, amor: jirones de naufragio sobre los caudales secos de la memoria.

2011

LAS PALABRAS

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras, quizás por eso escribimos versos, le declaramos nuestro amor a los desconocidos o bordamos iniciales azules en las toallas rescatadas del algodón y la madrugada.

Las santas palabras, las impúdicas palabras, las dueñas de la miel y del veneno, cautivando el paraíso de los inocentes, escrutando la memoria de los infelices, buscando piedades indecisas en el abanico frutal de la ignominia.

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras, por eso olvidamos la ortografía para dedicarnos a escribir verdades a medias en las tapias de los colegios donde orinan los mendigos y los directores de banco corruptos. Por las que se descuelga el llanto como una catarata de lava indecisa. Las mismas que, después de declarar el amor, firman sentencias de muerte con la baba repentina de los asesinos oficiales.

A menudo no sabemos qué hacer con las palabras ni con la vida tampoco.

2010

INDIFERENCIA

 

A Jesús Rubio Domínguez in memóriam.

«¡Vamos, tápate los hombros,

que se te asoman las alas!» 

Amado Nervo

 

Sucede que, de repente,

me han nacido alas.

De los costados, de la voz,

del corazón, de las nalgas.

Alas de terciopelo,

de algodón, de esperanza.

De los ojos, de las manos,

de la lengua, del estómago.

Alas de beso, de luz, de tierra.

Alas de culpa, de pecado.

Alas de púrpura y azucena.

Y sucede, de repente,

que voy por la calle

y nadie se da cuenta.

 

DEBERÍAN EXISTIR…

 

Deberían existir días en el calendario,

o mejor… no existir.

Días como hoy, por ejemplo,

un hoy sin numeración, sin nombre.

Días vacíos de celebraciones y milagros,

hueros de acontecimientos,

de multas y pecados.

Días como hoy, sin presente,

en los que nada nos evoque el pasado,

en los que nadie nos empuje al futuro.

Días ausentes de sal, carentes de azúcar,

pletóricos de aburrimiento y euforia,

en los que Dios y Satán, multiplicando peces,

descansen de su labor germinal.

Días como hoy, un hoy sin muerte, sin vida,

un hoy en el que presentarse ante el espejo,

desnudos, con el alma de la mano

y sonreír felices, y enamorarse de tanta suerte.

 

Ediciones Torremozas

LA LUZ SIGUE ENCENDIDA

A mi prima Conchi

Siempre hay una luz encendida al fondo del pasillo, en las rendijas de la ventana o en la puerta del horno.

Una luz que solo necesita alimentarse de luz, de alegría y esperanza.

Esa llama inolvidable que se desliza por las hogueras del alma y que se vuelve incandescente e imperecedera.

El latido que ahora ha dejado de ser música para convertirse en eternidad.

La luz sigue encendida.

Gracias por tanto.

Nos veremos pronto.

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