Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Genio y figura (Página 1 de 13)

MI PADRE SE HA IDO DE VIAJE

A la vida se le ha ocurrido, de repente, mandar a mi padre de viaje.

Nadie lo esperaba.

Ni siquiera había desempolvado la maleta del armario, planchado las camisas o bordado sus iniciales en los dobladillos de la memoria.

Los ojales aparecían descuidados buscando botones despistados. Las cremalleras no sonreían y un pespunte de acelerada tristeza creaba vainicas dobles entre el sabor de vainilla y el crujiente de chocolate.

Se ha ido de repente.

Con la velocidad de la luz.

Nadie nos avisó.

Hemos quedado huérfanos sobre la distancia permeable del recuerdo.

Sobre la inmortalidad permanente del olvido.

Adormecidos en la vigilia eterna de los siempre vivos.

Mi padre se ha ido de viaje sin maleta y sin avisar.

«Desnudo como los hijos de la mar«.

Sólo vestido de amor.

Espéranos. Nos queda suspiro y medio para reencontrarnos.

El oficio teatral

A Pepe Albert

El oficio teatral es, junto a otros de “dispersa moralidad”, uno de los más antiguos del mundo.
Uno de ellos, ya se imaginarán cual, se realiza en un burdel y el otro sobre un escenario. En ambos casos el único objetivo es ofrecer placer. El placer justo para llenar el estómago, saciar la sed y sentir que nuestra energía se renueva.
Pero, también es cierto que existe una clara diferencia entre ambos: si en el primero el placer es meramente físico y biológico; en el segundo el placer es para la mente, el espíritu y el alma. Todo lo que conforma la verdadera esencia del ser humano.

Hacemos teatro, vivimos el teatro y disfrutamos del teatro porque, en fondo, necesitamos encontrarnos y entendernos en esta vorágine que es la propia vida.
Por eso hay que ser muy valiente para sobrevivir al tránsito de este oficio vistiéndose con la piel, la voz y el alma de vidas ajenas.
Hay que ser muy valiente para ser actor.
Pero, sobre todo, hay que ser muy valiente, y muy generoso, para conseguir que ese mutis por el foro, sea tan perfecto, que conmueva las fibras de nuestro corazón y se manifieste a través de los aplausos. Es ahí donde el teatro cobra vida y encuentra su razón de ser.

Para el Grupo de Teatro de Aulas de la Tercera Edad, y para mí, personalmente, ha sido todo un honor contar con tus consejos, con tus aprobaciones, con tu larga experiencia y, sobre todo, con tu respeto por una labor de la que intentamos aprender día a día.

Gracias Pepe, amigo, por enseñarme tantas cosas.
Gracias, por resistir y persistir.
Te llevo en el corazón. Te quiero.

A tu lado

Hay personas que van y vienen.
Que se solapan con las prisas o se esfuman entre el humo de los días iguales.
Seres humanos que se olvidan.
Animales racionales que se llenan de moho sobre el musgo infecundo de la desidia.
Hay vidas que no deben repetirse y amores que acaban enterrados en el llanto.
Sin embargo,
hay eternidades que se contagian con un beso,
con el nimio aleteo de un abrazo,
con la postrera mirada de un segundo.
Esa es la magia del amor.
Si volviera a nacer, seguiría queriendo estar a tu lado.

Feliz cumpleaños, Sango

Bienvenidas y despedidas

Va por ti Manolo.
Espéranos.

La vida está llena de imprevisibles idas: bienvenidas y despedidas.
Como la propia existencia que es una pura contradicción.
Tal es la luz como la sombra.
Tal la esperanza como el desaliento.
Tal el latido como la espiración suprema del silencio.
La vida es, siempre,
ese fenómeno que, por cotidiano nos sorprende
hasta que se marcha sin decirnos adiós.

 

Vivir sin ruido, morir sin muerte

A Pepe Hernández en su vuelo

¿Tenía que ser hoy, Pepe?
Precisamente hoy que acaban de tomar la primera comunión las salvias del invierno.
Precisamente hoy que se transparenta el horizonte tras las higueras y los almendros desnudos.
Precisamente hoy que las semillas de la luz esperaban tu vuelta
sobre el surco impoluto de la tierra dormida.

¿Tenía que ser hoy, Pepe?
Hoy que hemos planchado las cortinas del viento,
almidonado la esperanza en los fogones,
remendado las perneras a esos intrépidos jilgueros
que aún buscan el aliento primero de la enconada lluvia de esa lejana primavera.

Hace falta mucho amor para regalarlo a manos llenas,
mucha generosidad para vivir sin ruido, sin humo, casi sin espacio.
Es así como te has ido así, en silencio,
llenándolo todo con un paraíso de vida sin muerte.

Espéranos.

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