Bienvenidos al hogar de mi alma

La lluvia… por fin

Despacio, como relamiendo el asfalto,
la pura sed del atropello,
la mimética beatitud de las ventanas que corren
sus velos sobre el alfombrado crepitar de los cojines.
Y llueve…
llueven injusticias…
llueven soledades…
llueve hambre…
llueve la eterna desazón del que no sabe como abrocharse la vida,
como desmembrar su eco,
como tiznarla con el azúcar preciso y el acíbar suficiente.
Y los paraguas saben a atropello,
a lenguas que se cruzan en conversaciones no latentes,
a díscolas madreperlas que crecen, huérfanas,
en el oscuro laberinto de una despedida sin norte.
Pero llueve… y eso es lo importante…
este torrentero de líquida armonía, se llevara el silencio,
la ira que nos divide,
el odio que nos limita,
y ese sabor a rancia primavera comprada
en los mercados que especulan con la sangre de tanta víctima inocente.

2 comentarios

  1. pilar

    Hermosa… deseada y mortifera lluvia,
    precioso poema amiga Sacra.
    Saludos Pilar.

    • Sacra Leal

      Es la lluvia, que siempre inspira ¿verdad?
      Un beso, Pilar.

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