Allí donde se desborda el Mar Negro
un oleaje de azúcar
viene, con un son de maracas sureñas,
hacia la marea tibia de la porcelana
precipitando, al fondo, breves marinos blancos
sobre un rodar de aceros y tumultos de agua.
Allí donde el tiempo se detiene en la sombra,
una luna mulata teje semillas de viento,
oscuras lágrimas desbordan la tierra,
suspiros negros aroman la noche
con una brisa de amargura y miel.
Allí donde la tarde tome forma de casa,
un hogar de camelias nos enseña su espejo
y ante el breve tumulto de palabras y versos
se nos duerme en los labios el fruto
de las llanuras doradas del Sur,
como si la tarde abandonara en la taza
un océano de bocas invitando al Amor.
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