Como si fuera lunes. He madrugado. Me he aseado y vestido para salir al trabajo. 

El teléfono móvil estaba cargado.

En el bolso nada faltaba: mi agenda,  dos bolígrafos, las llaves, un carmín para no desfallecer la sonrisa y la cartera con algunas monedas, suficientes para la necesidad del día. La documentación y unos cuantos caramelos de menta.

El café descafeinado pero intenso. La tostada crujiente con su aceite de oliva virgen. Y unas pocas nueces para la mañana.

Me he vuelto a mirar al espejo, con el asombro del que se descubre, un día más, frente a la vida.

Hoy llueve, he cogido el paraguas.

Al salir al balcón he sonreído con la ingenuidad de una adolescente que acaba de encontrar su primer amor.

Hoy tampoco saldré de casa.