Después de más de setenta días en silencio, ¿de dónde ha salido tanto ruido? ¿tanto tráfico? ¿tanta prisa para ir a ninguna parte?
Hace unos domingos sólo se oían los aplausos, alguna canción desentonada, el piar de los pájaros que hablaban gozosos ante el eco profundo de la tierra y ese murmullo primaveral en el que se oían crecer los geranios como símbolos de vida en su auténtico latido.
Pero hoy de repente se nos ha colado el ruido. El ruido del tráfico exasperado. El asfalto vuelve a rugir con un atronador estallido de motores, tubos de escape como bocas de volcanes y cláxones que quieren constatar su desagradable presencia, con o sin coronavirus.
La humanidad vuelve a la calle. El ruido todo lo ocupa.
El ruido como único lenguaje.
Tienes toda la razón del mundo, se nos ha colado el ruido del tráfico, desvergonzado, sin miramientos.
Yo también echo de menos el silencio del confinamiento que nos acercaba a la naturaleza.