Hace algunos años que cumplí los 50.
He sido administrativa, madre, ama de casa, actriz, poeta, animadora de escritura, amante, hija, hermana, lectora empedernida.
Bailarina sin talento, música sin oído, gimnasta con vocación atrofiada y tertuliana con la opción política siempre incorrecta.
Todavía me queda mucha vida para probar y equivocarme, para buscar y perderme, para des-amar y reencontrar la brújula perdida, la rosa de los vientos que me deje varada en esa bahía perfecta en la que las sirenas te cantan bajito, al oído, envueltas en escama y marea.
Quizás ahora toca reinventarse.
Dejar que el tiempo nos fabrique otra vez en una voluta de oxígeno escapada del inmenso crisol del silencio.
Dejarnos fluir para encontrar, de nuevo, la vida.
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