A pesar de los momentos especiales que nos han tocando vivir, no voy a renunciar a manifestarme el 1 de mayo. Si bien no puedo salir de casa y recorrer las calles con mis proclamas obreras, lanzando voces de esperanza  para el mundo del trabajo, sí voy a hacerlo desde aquí.

Sé que apenas un hilo de audible rebeldía quedará sonando en esta vorágine infinita del mundo tecnológico. Sé que no estaré presente, ni en el más mínimo escaparate de las grandes consignas. Sé que mis palabras acabarán ahogadas entre otras muchas, más sabias, más certeras, más importantes.

Pero yo hoy, como viene siendo cada año de mi vida, quiero volver a defenderme y a defender a aquellos que seguimos naufragando en un mundo laboral injusto, desigual y deshumanizado. Especialmente ahora que, aprovechando la maldita enfermedad, han encontrado la excusa perfecta para todo tipo de tropelías.

No voy a renunciar a manifestarme. Acabo de desempolvar las pancartas y las banderas. Seguimos la lucha.