No te preocupes Verónica, yo también tengo días que me asomo a mi alma y necesito perderme entre los recovecos de los silencios.

Y me dejo llevar por el dulce vértigo de los balcones, por la ensimismada beatitud de los raíles o el dulce almíbar de los narcóticos.

Un día cualquiera, se despierta la fiera descarnada que acecha las sombras de la memoria, el tsunami lapidario de los silencios o el volcán agridulce del desencuentro.

Y todo estalla. Enmudece como un folio en blanco. Se difumina como una acuarela marina disuelta sobre el holocausto del llanto.

Después solo persiste, en la memoria de los otros, la risa que quedó flotando aquel día de aciagas esperanzas en las que el mundo parecía perfecto mientras la fiera estaba dormida.

La vida es un espejismo sobre la claridad fugaz de un calendario en penumbra.

Para Verónica, Blanca, Encarni, Robin, Kurt, Marilyn, Virginia, Alfonsina, Janis… in memoriam.