Bienvenidos al hogar de mi alma

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CIUDAD SIN LUZ

Hay días que te asomas a la ventana y la calle de siempre se ha vuelto un lejano desierto de latidos incontables, un páramo desolado de extranjeros vecindarios, de fronteras infinitas como los ayes de un moribundo.

Y es el mismo balcón con geranios disecados, los mismos ojos oteando las vergüenzas ajenas, la misma curiosidad llenando el ladrillo que impregna de moho el nombre impertérrito de las calles.

Algunos transeúntes me miran con disimulo desde su ignorancia elemental sobre el sabor de mi tristeza, otros me saludan con las pestañas abiertas al infinito del infortunio y los que más, ni siquiera me reconocen en el paisaje multicelular del asfalto y el semáforo en rojo.

Ya no reconozco el paisaje que me habita, hoy solo soy una gárgola prendida en la vital esencia de la ciudad sin luz.

2010

ESCRIBO VERSOS

Escribo versos porque hace frío

y me tirita el alma.

Porque es sábado y sabe a lunes,

y cumplo años,

y ya soy vieja -joven anciana-,

y tú no estás,

y el teléfono de Dios comunica,

y mis hijos no vienen,

y mi infierno se agranda.

Escribo versos para no suicidarme

con una soga de esparto y de nostalgia.

Ediciones Torremozas

YO TAMBIÉN SOY VERÓNICA

No te preocupes Verónica, yo también tengo días que me asomo a mi alma y necesito perderme entre los recovecos de los silencios.

Y me dejo llevar por el dulce vértigo de los balcones, por la ensimismada beatitud de los raíles o el dulce almíbar de los narcóticos.

Un día cualquiera, se despierta la fiera descarnada que acecha las sombras de la memoria, el tsunami lapidario de los silencios o el volcán agridulce del desencuentro.

Y todo estalla. Enmudece como un folio en blanco. Se difumina como una acuarela marina disuelta sobre el holocausto del llanto.

Después solo persiste, en la memoria de los otros, la risa que quedó flotando aquel día de aciagas esperanzas en las que el mundo parecía perfecto mientras la fiera estaba dormida.

La vida es un espejismo sobre la claridad fugaz de un calendario en penumbra.

Para Verónica, Blanca, Encarni, Robin, Kurt, Marilyn, Virginia, Alfonsina, Janis… in memoriam.

No ser feliz, pese a todo

Hoy voy a permitirme no ser feliz.
No buscar el cáliz dorado de las gracias infinitas.
Voy a quedarme en mi crisol de melancolía para ser yo misma entre las lágrimas que me habitan.
Nos empujan a reír, aplaudir, no pensar.
Dioses de filosofías incógnitas.
Demoníacos íncubos con garras de gozo permanente.
Ser y agradecer, viajar y retozar.
Nos obligan a ser feliz pese a todo.
Pese a todos.
Pero yo ya no quiero ser feliz.
Yo quiero ser yo misma.
Y llorar hoy, si me apetece.
Y emocionarme hoy, también, si lo necesito.
Y retozar en la melancolía como ese niño que acaba de descubrir el milagro de la esperanza,
el sabor del chocolate
o la lluvia ingenua de los confeti después de la tarta con sabor a despedida.
Quiero morirme y resucitar.
Abandonarme en el olvido de la incógnita permanente.
Dejar de ser.
Dejar de no ser.
Decidir no ser feliz, pese a todo.

No me acostumbro


No me acostumbro a los días sin luna
ni a las noches sin sol.
No me acostumbro.
No me acostumbro al café con azúcar,
al cacao del chocolate
ni al salino arrecife que emanan las lentejas.
No me acostumbro.
No me acostumbro a las escaleras sin vértices,
a las esquinas redondas,
al colapso en las carreteras
donde sólo transitan ovejas y niños.
No me acostumbro.
No me acostumbro a quedarme así,
estática en la costumbre,
desmemoriada y ausente,
fugitiva de mí misma y mis miserias emotivas.
No me acostumbro.
Dadme alas, voz, alarido y olvido
que yo pondré un río de lágrimas
sobre la tinta indeleble de la desmemoria.

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