Bienvenidos al hogar de mi alma

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DÍA 88: La sonrisa descolgada

Estimada Rosa.

Vola alt.

Feliç viatge.

Cuando una actriz se marcha, la sonrisa se nos queda descolgada y un vacío queda flotando en el aire.

Entonces se convierte en nube.

Esa nube imperceptible capaz de convertirse en lluvia enamorada. Algodón curativo para las heridas del alma o fulgurante bocanada de truenos devastadores para las verdades escondidas en los bolsillos de la raza humana. 

Tras ella, siempre, llega el arcoiris, el cielo azul, la silueta de un mundo más amable y cercano. Tras ella, siempre se avista una eternidad fugazmente efímera. 

Cuando una actriz se marcha, la risa se nos queda descolgada.

Pero siempre nos quedarán les seves paraules d’amor.

 

DÍA 86: Buen viaje Pau

Querido Pau:

Hoy nada me parece «Bonito» y aunque «La Flaca» sigue bailando, sobre la voluta iluminada de «Ese beso» de «Humo», el «Tiempo» se ha detenido como quien «Grita» en «El lado oscuro» del «Agua».

«Tú me hacías sonreír» pero hoy te has hecho «Dueño de mi silencio». Intento detener el pentagrama sobre el que te has adormecido.

«No te duermas», grito. Y tú respondes desde el fondo de una melodía eterna: «Duerme conmigo».

Con «Dos días en la vida» será suficiente, pero todo «Depende» del intenso transcurrir de la eternidad. Por si te sirve de algo: «Me gusta como eres».

Buen viaje Pau.

DÍA 81: Regreso a la luz

Para Nacho

La luz vuelve a la luz con el silencioso estallido de una burbuja de humo que retoma el camino de vuelta a casa.

Se hace presencia visible en la corolas de la memoria, mientras hilvana pétalos sobre las mantas alfombradas por la ausencia.

La luz teje con agujas de plata sobre el vértice de una luna virginal y voluble.

Pero aquí sigues tú, recién vestido con los tules de la lluvia, de la lluvia enamorada -mitad corazón, mitad brisa-. Y el mar, al fondo, tras las colinas, con su fidelidad precisa de arena blanca y caracolas limpias. 

Te está esperando: Luz de amor, luz de agua.

La luz vuelve a la luz. Espéranos.

 

Te quiero Jose, amigo.

DÍA 73: El luto

Más allá de los crespones negros, banderas a media asta, silencios íntimos o mutismos gubernamentales, existe y persiste el luto.

El luto como espacio habitable para la nada, para el vacío sin despedida, para el rezo místico de la indiferencia que se desliza por las grietas del primer mundo. Este mundo resquebrajado como una vasija de porcelana y que agoniza hecha añicos en tantas cunetas de la historia.

El luto es esa mancha insidiosa imposible de eliminar y que nos recuerda, cada día, que si la vida es breve, la muerte se eterniza como un océano de insondables fronteras. La muerte, es el punto y final que pone nombre a nuestra fragilidad humana. Nada más.

DÍA 60: Los muertos de otros

A  los manifestantes del Barrio de Salamanca. Los que llenan las terrazas de los bares. Los que solo piensan en sí mismos. 

A los que siguen sin entender que mis muertos también son los tuyos, y los tuyos son los míos.  

Los seres humanos no estamos preparados para enterrar a nuestros hijos. Tampoco para hacerlo con nuestros padres o hermanos. Sin embargo, sí estamos programados para olvidar, sobre todo cuando los muertos son los de otros. 

A lo largo de estos tenebrosos días, en los que las cifras de fallecidos hacen temblar hasta al mismísimo Tánatos, me he quedado descalza en un mundo sembrado de cenizas pensando que, quizás, la vida, aferrada a la muerte, nos daba una nueva oportunidad. Pero no es verdad. 

La vida de los muertos no regresa y los vivos siguen generando muerte a su alrededor. No importa que los ataúdes sigan apilandose en las morgues anónimas del silencio. Mientras ese cadáver no sea mío seguiré pensando en salvar sólo mi ombligo.

El futuro es sólo una utopía inventada por un poeta loco.

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