Aquí se queda el tiempo,

levitando en siniestras volutas de humo enamorado,

renaciendo desde la aurora boreal de la desidia,

acampanándose en las arterias infructuosas del olvido.

Se detiene aquí, halo ínfimo,

en la santidad impertérrita del latido

con su eterno caos migratorio de beso detenido.

Porque somos, en la efervescencia breve del llanto,

el acontecimiento casual que sigue amando, a pesar de todo.

2010