Hay días en la que todo lo habita el cansancio. Este sopor de persiana cerrada desde la que solo se deja entrever un limitado estampado de paisajes miméticos.

Cuesta tomar oxígeno, demasiado esfuerzo para levantar la cuchara o peinarse la memoria. Casi he olvidado las normas de ortografía, el color de los semáforos o la medida del bizcocho. Para evitar el olvido, todo tengo que apuntarlo, pero también me agota.

La pandemia me ha lanzado a la cola del paro, no trabajar me causa cansancio.