Me gustan los lunes. Saben a cumplimiento vital de la rutina. A luz repetida en los cristales insomnes. A caldo de pollo con verduras recién arremolinadas en una olla fugazmente mortecina.

Me gustan los lunes. Estos lunes de primavera azulada sobre un calendario que no detiene su vuelo, su trepidante galopar a lomos de tormentas fugaces, minúsculos desazones que te empujan al calvario de los olvidos huecos. Sin embargo, tras este incipiente silencio, un jolgorio de lluvias enamoradas aletean sus alas aguosas como llamando a la esperanza, al eterno deseo de vivir.

Me gustan los lunes porque saben a cerezas, y son redondos, y abren el paso a una vida nueva, y tienen el vigor justo para ascender todas las cumbres de la semana.

Me gustan los lunes pero mucho más a tu lado.