
A veces da la impresión que caminamos a contracorriente, nos escondemos en el silencio o erigimos parapetos en torno al denostado olvido. Queremos simular una normalidad de hormiga laboriosa mientras añoramos cantos de sirenas disfrazadas de cigarras en el mismo yacimiento de la melancolía. Nuestra única voluntad es ser felices por encima de nuestra propia felicidad, por eso nos impacta sabernos libres e imperfectos, tetrapléjicamente dispuestos al latido y a la espera.
Y nos asusta esa voz de niño huérfano que nos pide pan de luz desde el fondo imprevisible de nuestra alma, mientras caminamos sordos hacia el malecón donde los suicidas engalanan sus íntimos mausoleos de sal y ámbar.
A veces parece que vivimos con el sol colgado de la espalda mientras una lámpara de aceite tirita entre los dedos, entre la huella fugaz de la memoria.
Me encanta como escribes, me detengo en cada sílaba y la disfruto, maestra.
Un cariño y una admiración inmensa
http://tutudetul.blogspot.com/
Gracias Noah, siempre es un placer tenerte aquí. Besossss