Para Claudia y Pablo en su cumpleaños
Existe un lugar mágico, después de pasar altas cumbres y curvas empinadas, donde el tiempo se detiene en el latido de una hoja. A lo lejos parece que existe una civilización de prisas y números, de bolsillos hambrientos y platos en penumbra, pero eso queda siempre detrás de las montañas, más allá de los vaivenes y la autopista, más al fondo de los restaurantes con menús apresurados.
Es nuestro paraíso particular y que lleva el nombre de nuestros sueños, el de los que fueron y se cumplieron, el de los que son y se disfrutan, el de aquellos que vendrán, engalanados de luz y vida plena. Es nuestro paraíso de barro y madera ahuecada, de ciervos que comen de nuestra mano y moscas que se disfrazan de hadas imaginarias, de globos y serpentinas y desfiles honoríficos cantando una marcha nupcial al dios de los contenedores.
Y comer con las manos más allá del estómago, y sonarse los mocos con las piedras del río, y descalzarse y volar sobre el infinito pecho de la Serranía de Cuenca que nos eleva en volandas como una cometa de lírica espuma.
Y volver a ser niños eternamente, más allá de estos ojos que nos acarician la memoria mientras nos soñamos ángeles a través de vuestras dulces risas.
muy chulo, querida mía…muy chulo
felicidades y besos para esos dos niños…míos y de Alma
Es que estos niños inspiran mucho, ya los conoces.
Sin duda el mejor regalo,gracias sacra!! me ha emocionado mucho, chulisimo!!
Si es que tus niños son pura inspiración. Me alegro que os guste. Besos grandes.
Muy hermoso.
Gracias. Un abrazo.
Tiempo sin leerte, y vuelvo a tener la sensacion, de estar ante alguien excepcional.
Mi admiración siempre, querida Sacra
Gracias a ti por volver, Noah. Un abrazo inmenso.
Sencillamente «maravilloso».
Gracias, Elena.
Un saludo.