Hay días que se escapan del presente para convertirse en sibilinas sombras de horas huecas, en desangelados presagios o cajones vacíos de esperanza muda.
Hay días que saben a azufre, al amargo desaliento de las almendras mortecinas o al estupor despectivo de una sopa yacente, sin cuchara y sin boca.
Hay días raros.
Días como hoy: con sol y con lluvia; con luces y sombras; con perdón sin pecado.
Días para bordar banderas que piden la amnistía de la alegría.
Días raros.
Días olvidados por el calendario.
Días imprescindibles para la vida.
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