Duras, redondas, grandes, pequeñas.
Místicas y profanas.
Silenciosas y esperpénticas.
Lascivas, tímidas.
Olvidadas.
Las que hieren,
las que reafirman,
las que nos hablan de la soledad de la vida.
Como diría León Felipe:
«Así es mi vida,
piedra,
como tú»