A veces no es necesario quererte más,
ni menos.
Dejar que el tiempo desdibuje memorias de humo,
sombras aletargadas al olvido,
deseos inacabados
sobre el precipicio de la impostura.
No es necesario el gesto y el beso,
la tímida caricia a través de la nuca,
las pupilas enmarcadas en ojales de hielo.
A veces no es necesario quererte,
quererte dentro
para desquererte luego.
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