Bienvenidos al hogar de mi alma

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He vuelto

 

Pues sí Mariasanta que ya he vuelto. Igual pensabas que había dejado este vicio mío de enredar palabras, hilvanar sílabas o adobar las tildes entre sofritos y remiendos, que es verdad que entre unas cosas y otras se nos pasa el día y la noche nos ataca por la espalda sin avisar siquiera, pero ¿qué quieres que te diga?… igual que siempre se sacan unos segundos para robar un beso, colarse en una pastelería o cruzar la calle con el semáforo en rojo, yo encuentro ese espacio íntimo y vacío, para llenarlo de improperios varios, pensamientos dobles o enconados gritos de rabia infantil enamorada. Que una ya no está para ir desperdiciando el tiempo y querer ganarle una batalla al calendario, ni para enredarse en trifulcas endemoniadas con el estrógeno y la libido, ni siquiera para permanecer intacta en los álbumes familiares, donde siempre parecemos unos recién condenados a muerte. Hay que sacarle partido a la luz, al latido y la memoria para dejarse llevar por esta marea de lluvia inicua que nos hace soñar, todavía, con eternas revoluciones llenas de claveles y mariposas. Que sí, Marisanta, que he vuelto y esta vez, por más que te pese, para quedarme entera.

 

Volver de vacaciones

Deshacer la maleta y la térmica pereza.

Poner a secar la añoranza y los bañadores azules.

Rasgarse el verano sobre las vestiduras del llanto.

Inventarse macedonias de fotografías y besos.

Buscarte la voz más allá de la lluvia,

el llanto más lejos de las líricas pupilas.

Y volver sobre las huellas, como la luz renacida,

enarbolando caminos de infinitas auroras.

Abrir las ventanas con distintos paisajes,

con el mismo horizonte en el que aterriza el otoño

y saberse más sabia, más inmensa, más plena

sobre los raíles imberbes del frutal calendario.

Ahora queda, de nuevo, extender las sábanas

en los cobrizos colchones que añoran inviernos

sobre el perpetuo recuerdo de los besos al sol

y esperar que otro benévolo destino nos encuentre

allá donde la luz nunca cesa de esculpir vida.

Amor y olvido

 

Quizás lo mejores que deshaga las maletas

y me quede a vivir contigo,

por más que lo he intentado

siempre he vuelto a tu puerta

clamándote perdón

y es que, amante mío,

el amor es más grande que el olvido.

 De “Pájaros en la memoria”  (Ayunt.Elda, 2007)   

Es tan absurdo

 

Es tan absurdo, tan importante, tan denigrante…

es tan necesario necesitarte así,

en la planicie de los días laborables

cuando el tiempo se detiene, rutinario,

en la estática aventura de la vida.

Y descolgar el teléfono

y decir: “te quiero”,

y que sea cierto.

 De “La Revolución del Llanto”  (Ed.Torremozas-1994)

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