Bienvenidos al hogar de mi alma

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DÍA 37: Como si fuera ayer

Hoy es martes, pero bien podría ser lunes, viernes o domingo.

Podría ser primavera, invierno o verano.

Un pasaje del medievo, de la era espacial o de la prehistoria.

Hoy es hoy pero parece que fue ayer, un ayer que se descuelga por las cortinas con un rumor de sollozante perplejidad. Un hoy que bucea por los calendarios con el miedo singular de los presentes oscuros.

Es como si nos hubiésemos quedado encerrados en un reloj con el péndulo averiado en el que las manecillas sólo señalan la hora en punto de la quietud, de la obediencia, del silencio interrogante y mutilado.

Hoy es martes, como si fuera ayer.

DÍA 36: Otro 20 de abril

Hace años éramos jóvenes. Inconscientes y valientes. Imprecisos, itinerantes y volátiles. 

Nos besábamos en las esquinas bajo las farolas que nos lanzaban sus mensajes intermitentes como pequeños flashes de pecados y oscuras conjuras de brujas anodinas.

Éramos jóvenes, nos amaba la vida y nosotros jugábamos a ser funambulistas en el alambre del deseo. Nos vestíamos con la incertidumbre del futuro mientras caminábamos con la sólida huella de sentirnos invencibles. 

Ahora estamos aquí. Otro 20 de abril, algunos años después. Ya no somos aquellos jóvenes, pero sí conservamos esa férrea soberbia de vencer cualquier batalla.

Ésta, también, la vamos a ganar.

DÍA 35: El luto

Números que se mueven entre la desolación y el olvido.

Ausencias que se precipitan entre la angustia y la impotencia. 

Cifras que palpitan sobre los tanatorios cerrados, sobre los féretros sin nombre, sobre las oraciones sin dioses ni lágrimas.

Vidas desprendidas de vida que se han olvidado en las cunetas de las estadísticas, en los barrancos de la impotencia, en el vacío de la verdad nunca presentida.

Perdonadme.

Hoy sólo puedo ofreceros este silencio: el silencio de mi ignorancia.

 

DÍA 34: Aplausos

Ya son las ocho de la noche. En mi casa no hay balcón pero sí unas amplias ventanas, suficientes para asomar las manos. Nunca pensé que pudieran servir para tanto, para tanto y tan poco.

Una lluvia de aplausos se desprende, como una catarata incontenible, desde la cima de hormigón, besa el asfalto, se impregna en las baldosas de la acera y merodea las esquinas, abrazando las solitarias farolas como meretrices esquivas.

Aplausos que entonan melodías de sinfonías agridulces, las mismas que quieren hablar de esperanza sobre los alambiques de la incertidumbre, esas mismas que ensordecen el miedo y lo dejan flotando en el limbo crepuscular de la noche naciente.

Tenemos una cita. Nos vemos mañana a las ocho.

DÍA 33: Un día menos

Hoy me he propuesto ser feliz.

Mi primer pensamiento: un día menos.

Pero hay tanto dolor en el mundo que me hiere hasta la mínima voluta de oxígeno que siento colarse entre mis pulmones. Siento que he sido injustamente privilegiada. Y no me gusta.

Muchos se han quedado en el camino. Otros andan batallando. Millones naufragan entre la incertidumbre, la impotencia y el desaliento. 

Hemos tocado fondo. 

El próximo paso: renacer.

Hoy me he propuesto ser feliz, lo justo para sobrevivir.

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