A veces las luces parpadean.

La luz del faro que ha guiado el camino.

La luz intensa de la primera verbena.

La luz que tintinea en las noches de agosto sobre la cima del Cid.

La luz que guía a los Magos hacia el sendero de Bolón.

Las luces parpadean porque hacen guiños a la eternidad y desafían a Dios.

Y la vida, entonces, pone el intermitente hacia cualquier lugar.