Disfrutar del amor, de la vida, de la esencia, del silencio y la algarabía.
Disfrutar del llanto y la sonrisa.
Disfrutar del olvido.
Hacer ovillos con el recuerdo.
Dormir a ratos. Despertar a medias.
Encontrar la luz eterna sobre el rastro intruso de las pesadillas.
Ser efímero y disfrutarlo.
Y parir todos los días con el dolor placentero de la esperanza.
Disfrutar del amor así, sin tiempos ni medidas.
Sin la horca crepuscular del reloj que se nos vuelve efímero entre los bolsillos.
Disfrutar del amor,
de ese hálito imperecedero en el que transita la vida a golpes de lunas nuevas.