Llegó a mi vida como un huracán, una de esas inclemencias cotidianas que el destino te coloca al borde de un caramelo o en el mismo filo de una navaja. Siempre me han gustado los retos difíciles por eso, mirándola a los ojos, le dije que sí, que aceptaba el duelo. Después el tiempo diría quien había ganado.
Ganó ella, a pesar de mi incultura histórica, mi «descreencia monárquica» y mi poca fe en los papeles protagonistas. Y ganó porque fue una mujer enamoradamente-descorazonada, alegremente-triste, impúdicamente-secuestrada, virginalmente-lasciva.
Me robó el corazón y la palabra y me hizo brillar sobre el mar de las inclemencias donde se ahogan los personajes hechos a fuego sobre la sorpresa de la vida.
Quizás en otro siglo, sobre distintos escenarios, el azar nos encuentre abrazadas llorando el mismo llanto de amarga despedida.
Ella, como todos nosotros, merecedores al fin de todos esos esos adjetivos emocionales que, en los distintos momentos de nuestras vidas nos asaltan a unos por descender de alta cuna y a otros por descender de pesebre.
Hablando de pesebre ¡¡¡ Feliz solsticio de invierno!!!
Yo no lo hubiera podido expresar mejor. Y en cuanto al invierno, idem. Un abrazo inmenso.
No te imaginas cuanto tiempo he estado tratando de encontrar esta informacion. Me ahorraste mucho trabajo
Gracias