Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Mi vida en versos (Página 2 de 3)

ESCRIBO VERSOS

Escribo versos porque hace frío

y me tirita el alma.

Porque es sábado y sabe a lunes,

y cumplo años,

y ya soy vieja -joven anciana-,

y tú no estás,

y el teléfono de Dios comunica,

y mis hijos no vienen,

y mi infierno se agranda.

Escribo versos para no suicidarme

con una soga de esparto y de nostalgia.

Ediciones Torremozas

HOJARASCA Y HUMO

Se sentaron frente a frente

con los ojos cayendo como cataratas de vino

en un diluvio de deseo y costumbre.

Extendieron las manos

separando el enjambre de hojarasca

nacido en el último otoño.

El silencio era denso y el olvido perpetuo,

solo preguntas sin interrogante

levantaban oleadas de ausencia

entre el infinito acantilado de los cuerpos.

Otra vez el destino caprichoso

los unió al final del trayecto,

tenían demasiada sed para pedir agua…

Solo el humo encontró abrazadas

dos promesas de escarcha que nunca fueron ciertas.

Febrero – 2008

PRESENCIA ETERNA

A Luis Leal, mi padre

No tenemos suficiente memoria

para igualar los pasos

que, ordenados y azules,

se van sucediendo

a lo largo del sendero de la vida.

No disponemos de tanto pixeles en la retina

como para detener el paisaje,

entero y eterno,

en la brevedad infinita de los años

que se descuelgan en bandadas

de calendarios fugaces.

No tenemos tantos armarios en el alma,

tantos cajones, entre las costillas y la garganta,

para almacenar aquella brizna,

aquel ocaso,

esa otra raíz acariciando la roca

o esa tímida brisa que precede

al triunfo del camino completado.

No tenemos tantas manos

y, sin embargo, las caricias continúan

abriendo sendas sobre los empinados riscos de este valle

que ya conocen del fuego de nuestros nombres y apellidos.

«La soledad del taray y otros poemas»

Cuentamontes 2009

MADRUGADA

Por los páramos desérticos de la madrugada,

el viento fluye, en eterna fuga,

como de un ánfora penetrada de grises amapolas.

Dulce silencio que abruma estrellas de mediodía.

Como un océano pleno de horizontes

emerge el paisaje colmado de luz.

La noche acaba abocada al más lejano olvido

de aladas nocturnas y aves de añil.

Todo el sueño reposa en silencio bajo un volcán

sembrado de ríos gorjeantes de caña y junco.

Amanece sobre un tiempo de lunas y ciegos ecos

entre páramos de escarcha y rosado abril,

a lo lejos, como dulcemente punteada,

la tierra se llena de iris y cobre,

letargo mineral sobre la albahaca tierna

recién enamorada de un viento estrenado de luz.

Todo crece tras el bullicio materno de las raíces

prolongando sus miembros hacia el profundo sueño

de las más recónditas luces germinadoras.

Por los páramos desérticos de la madrugada

la vida estalla entre pausados tonos de soledad.

Ediciones Torremozas – 1987

EL CAFÉ DE LA TARDE

Allí donde se desborda el Mar Negro

un oleaje de azúcar

viene, con un son de maracas sureñas,

hacia la marea tibia de la porcelana

precipitando, al fondo, breves marinos blancos

sobre un rodar de aceros y tumultos de agua.

Allí donde el tiempo se detiene en la sombra,

una luna mulata teje semillas de viento,

oscuras lágrimas desbordan la tierra,

suspiros negros aroman la noche

con una brisa de amargura y miel.

Allí donde la tarde tome forma de casa,

un hogar de camelias nos enseña su espejo

y ante el breve tumulto de palabras y versos

se nos duerme en los labios el fruto

de las llanuras doradas del Sur,

como si la tarde abandonara en la taza

un océano de bocas invitando al Amor.

Ediciones Torremozas

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