Bienvenidos al hogar de mi alma

Autor: Sacra Leal (Página 89 de 98)

"Hacedora de versos" (lo que la RAE llama poetisa) ,maceradora de palabras en casi todos los formatos, actriz a ratos, madre en prácticas, ama de casa en contrato indefinidamente temporal...
Para saber del curriculum completo peguntar sin vergüenza...Se responde a todo y, de vez en cuando, con la verdad.

Ruina enamorada

Hacemos una ortografía perfecta, solo que a veces se nos olvida poner algunas tildes, especialmente aquellas en las que hablando de mí se me cuela algún tú.
Así que al final he acabado por aceptar que no siendo filóloga ni lingüista estoy enamorada y, como diría mi reina, eso es algo que arruina la vida a cualquiera.

Descubrimientos de 2011 (IV): La Tranquilidad

 Voy a quedarme sin disfrutar de muchos paisajes, sin conocer a tantos niños que, seguro, sembrarían de inocencia mi desconchada alfombra solidaria, sin leer verdaderas palabras que hablan de amor más allá de la letra impresa y sin poder interpretar aquel aguerrido personaje que llena el escenario más allá del mutis y el aplauso.

Pero si miro hacia atrás, si sólo doy un vuelco de ojos a mi alrededor, no puedo más que sentir que el mundo ha sido benévolo y fructífero conmigo. Así pues, he desempolvado mi silla de pensar, de pensar con alegría, para bendecir cada segundo que he andado por los caminos de este mundo. Con mis aciertos y mis errores, mis inquietudes y pozos vacíos, mi eternidad tan fugaz como un suspiro que se enreda en la eterna pregunta.

Porque he descubierto, aunque no lo parezca, que la tranquilidad vive en mí y yo en ella.

De repente… el frío

De repente hace frío.
En las esquinas del invierno se adormece un gato herido que buscara el llanto de la muerte en la frontera de los días festivos.
Hay un duelo de carámbanos disputándose las cortinas y un aroma de orondas castañas puebla el pasillo desde el que andamos con los ojos de puntillas.
Sólo el breve ronroneo de la delirante lavadora nos devuelve al antaño paraíso de los brazos desnudos y volvemos a soñarnos aves de abril que anidaran en la plenitud de los cálidos besos.
Pero ya hace frío.
Ese frío que lapida puertas y cancela persianas. El frío que entumece el vaivén de la memoria. Este frío que encharca de pereza los balcones enmohecidos de la esperanza.
Menos mal que aún sigues ofreciéndome tu manta.

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