Todavía estamos aquí esperándote. Deshaciendo nudos, besando mascarones, peinando las espumas fugaces de un mar cada vez más embravecido.
Todavía estamos aquí esperándote. Tendiendo lianas de calcetines y jazmín, apurando pozos de lodos inclementes, encendiendo hogueras de pasiones desbocadas en el filo invisible de la esperanza.
Todavía estamos aquí esperándote. Amándote, deseándote.
Ahora que el otoño viene templando de ocre la estación fugaz de los días sin nombre.
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Más preguntas que yo hubiera firmado porque se me ocurrieran a mí, pero sólo tengo aliento, a veces, para responderme incoherencias, y así llegar libre de pecado y conciencia un verso más.
«¿Por qué, para esperar la nieve,
se ha desvestido la arboleda?»
«Dime, ¿la rosa está desnuda
o sólo tiene ese vestido?»
«¿Hay algo más triste en el mundo
que un tren inmóvil en la lluvia?»
«¿Es paz la paz de la paloma?»
«¿Cómo conocieron las uvas
la propaganda del racimo?»
«¿Dónde está el centro del mar?
¿por qué no van allí todas las olas?»
«Libro de las preguntas» de
Pablo Neruda
¿A alguien se le ocurre preguntar cosas tan maravillosas como estas?
Definitivamente, los poetas están fabricados con la materia incorruptible de la tierra y con el aliento mágico del cielo.
«Si he muerto y no me he dado cuenta,
¿a quién le pregunto la hora?»
«¿Por qué los árboles esconden
el esplendor de sus raíces?»
«¿Por qué Cristobal Colón
no pudo descubrir a España?»
«¿Y cómo saber cual es el dios
entre todos los dioses de Calcuta?»
«¿Hay sitio para unas espinas?
le preguntaron al rosal.»
«¿A quién le puedo preguntar
qué vine a hacer en este mundo?»
Del «Libro de las preguntas» de
Pablo Neruda
ODA A LAS AMÉRICAS (fragmento)
Américas purísimas,
tierras que los océanos
guardaron
intactas y purpúreas,
siglos de colmenares silenciosos,
pirámides, vasijas,
ríos de ensangrentadas mariposas,
volcanes amarillos
y razas de silencio,
formadoras de cántaros, labradoras de piedra.
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