Hoy no logro encontrarme los ojos.
Me duelen las pestañas.
Tengo sed de salitre en la comisura de los iris
y un barlovento de enconada desdicha me ronda las pupilas.
Apenas si queda en pie el mascarón del silencio
y emerjo, sobre el naufragio,
con la piel escamada de la esperanza.
Menos mal que tú estás ahí,
dibujando islas,
tímidos arrecifes de paraísos remotos.
Cántame,
así sabré que nada se ha perdido,
salvo el silencio.

Imagen | Justo Oró