Pues sí Marimantilla que ya se sabe aquello de que, en tiempos de crisis y censura, lo único que a los españoles nos divierte es el fútbol y los toros. Ahora ya no hay presos políticos, ni aquelarres multitudinarios en la plaza del pueblo, ni siquiera un triste roba-gallinas que, casualmente, siempre se escapaba de prisión cuando se acababa la liga. Esas ligas que, dictatorialmente, siempre ganaban los de blanco porque era el único color que le sentaba bien al señor bajito del bigote.
Sinceramente, a mí nunca me han gustado ni los toreros ni los futbolistas de pago. A mí me gustan los toros, los que bajan a beber al río por las dehesas extremeñas, y los futbolistas que se rompen los tobillos en los campos de tierra y piedra, esos mismos terrenos que luego institucionalizan y a los que solo tienes acceso si calzas botas de las que cosen los niños esclavos de Tailandia.
Hace mucho tiempo que dejé de creer en los milagros, aunque sigan queriendo convencerme con vírgenes que se aparecen en medio de los campos o con otras, menos puras, que me tocan el timbre los domingos por la mañana cuando yo estoy rezando orgasmos en los brazos de mi amante.
Así que hoy sólo me toca irme a celebrar mi rebeldía impertérrita con todos aquellos que, afortunadamente, siguen pensando de forma diferente. Después, como un delicioso postre, me iré a recitar versos con los niños de mi barrio para soñar que, algún día, la Pobreza sea Zero.
Plas, plas, plas, plas….
Gracias, hermanico mío.
Muy bueno Sacra, vergüenza siento cuando veo por televisión las celebraciones masivas de los ganadores de copas y otras competiciones.
La España profunda de charanga y pandereta.
Gracias Ofelia por seguir asomándote a estas ventanas tan, a veces, histéricas.
Un abrazo grande.