Acaba de instalarse en el corazón de los hombres como una garra primigenia que buscara la sed innata de los caminos sin horizonte. La sed nos persigue, el hambre merodea sobre las altas columnas como buitres que ansiaran el último aliento, y una palidez eterna de balcones sin geranios, se instala en el crepúsculo tétrico de la luz sin futuro. Hay gritos retornando desde la historia del mundo, espadas que esbozan heridas sin milagro y balas que perdieron el fuego sobre la oronda desazón de las lágrimas. Pero arriba, en la cima del poder y del tesoro nadie escucha, se han vuelto sordos los tronos, ignorantes las corbatas y los cetros, patéticos los peinados y las coronas. Entonces cuando el pueblo aúlla y nadie le escucha, es el momento de llamar a los poetas.
Huelga
Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.
Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.
Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.
Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.
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