Bienvenidos al hogar de mi alma

Mes: febrero 2012 (Página 3 de 4)

Hamelín

Tal vez fuera más fácil desaparecer,
perder la huella, el recuerdo, la memoria…
pero no tengo ningún mago a mano
si acaso un vecino flautista
que convive con ratas
desde que fue expulsado de Hamelín.

de «Pájaros en la memoria» (2007)

Feliz San Valentón

Pues sí Marilove, que hay que ser muy valiente, en estos días, y en estos bolsillos, para celebrar cosas tan ridículas como el día de los enamorados. Porque dime tú a mí ¿Qué es estar enamorado?: ¿regalarte catorce ramos de rosas? ¿cenar en París a la luz de las velas? ¿llevarte de crucero por las islas griegas? ¿anillarte el dedo con un sortijón de cien mil quilates?…
Yo creo que el amor es otra cosa, y llámame práctica, roñosa o desromantizá. Primeramente porque esas chorradas sólo se las pueden permitir unos pocos, es decir, algunos políticos con la mano suelta, que en este país han pasado de ser servidores de la patria a comérsela entera ellos solos.
El amor es que me ayude a poner la lavadora aunque no le ponga suavizante, que si me pisa lo fregao me pida perdón, que me diga lo guapa que me he levantado hoy aunque las ojeras me lleguen hasta los tobillos, que me traiga los kleenex cuando estoy de bajón o se acerque al supermercado a comprar las compresas con alas en esos días difíciles.
El amor es ayudarle en sus deberes de inglés tardío, sorprenderle con una receta explosiva aunque el colesterol nos estalle, decirle lo guapo que está aunque no se haya afeitado en tres meses, ver juntos una serie de zombies aunque tenga que cerrar los ojos cada tres minutos o corear goles millonarios los sábados por la noche.
El amor no hay que celebrarlo un día solo porque, entonces ¿Qué haríamos el resto del año?… ¿soportarnos por obligación como nos pasa con los gobiernos?…
¿Ves?… si es que con los tiempos que corren mejor no celebremos nada y practiquemos más.

Cuando el frío aprieta, llamemos a los poetas: León Felipe

Aprovechando que estamos bajo cero:
bajo cero en los termómetros,
bajo cero en los bolsillos,
bajo cero en el empleo,
bajo cero en la memoria.
Nos quieren colar cuentos de aquellos que hacían dormir a nuestros abuelos en las cunetas y en los paredones, antes de que les dieran dos tiros camino a la pesadilla final.
Es hora de honrar a nuestros muertos. Los ganadores han vuelto con los bolsillos llenos de palabras vacías.
Es hora de retomar la voz del poeta. Es hora de llamar a León Felipe.

Sé todos los cuentos
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos
.

León Felipe de «Llamadme publicano» (1950)

El momento es hoy

Todo lo que no piense hoy me va a faltar mañana:
La medida de la harina en el bizcocho de la abuela,
la tilde descabalada en el soneto imperfecto,
el céntimo indeciso en el bolsillo descosido
o la dosis del suavizante sobre las mangas remotas del viento.
Todo lo que no te ame hoy me va a faltar mañana:
El beso que te niego por inclemencias del tiempo,
la caricia que se olvida sobre la prisa de la mesa,
ese roce eléctrico de las lenguas encontrándose
o la piel que se estremece bajo los tímidos abrigos.
Todo lo que no te adore hoy me va a faltar mañana:
enseñarte a librarte de llantos y sonámbulos,
allanar el camino de vuelta hasta el útero de nuestra casa,
regalarte la vida, a sorbos de esperanza,
o bautizar estrellas con el albor de tu nombre.
Todo, mañana, será pasado fugaz y baldío,
barro manchando la memoria de un viento que sueña cimas
en la cresta del olvido.
Todo nada.
Letargo de un latido sollozando a oscuras en el túnel del tiempo.

Deberían existir días en el calendario

Deberían existir días en el calendario,
o mejor… no existir.
Días como hoy, por ejemplo,
un hoy sin numeración, sin nombre.
Días vacíos de celebraciones y milagros,
hueros de acontecimientos,
de multas y pecados.
Días como hoy, sin presente,
en los que nada nos evoque el pasado,
en los que nadie nos empuje al futuro.
Días ausentes de sal, carentes de azúcar,
pletóricos de aburrimiento y euforia,
en los que Dios y Satán, multiplicando peces,
descansen de su labor germinal.
Días como hoy, un hoy sin muerte, sin vida,
un hoy en el que presentarse ante el espejo,
desnudos, con el alma de la mano
y sonreír felices, y enamorarse de tanta suerte.

de «La Revolución del Llanto»Editorial Torremozas (1994)

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