Bienvenidos al hogar de mi alma

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Algo que contarte

Ven, tengo algo que contarte.
Fuera de los alambiques de la esperanza llueve.
Más allá de los cántaros y las cenefas,
en el hondo crujir de los hojaldres y
en el frutal arrecife de la despensa.
Llueve más allá de este silencio que nos acoge
sobre el íntimo deambular de los días iguales.
El paisaje se detiene,
sabe a repentina arena,
sólo la sílaba permanece
en este instante mágico donde nos encontramos al borde
de una nueva verdad desvelada.
Tengo algo que contarte…
pero tú ya lo sabes.

No me viene bien

Hoy no me viene bien morirme.
Si acaso mañana, o mejor, el mes que viene.
A ver si cae en un día festivo, un domingo cualquiera, una virgen de barrio, una peineta blanca sobre lunares de lentejuelas.
Y que nos caiga un aguacero, como a César Vallejo en Paris,
y lucir la ventana abierta, como Federico,
y las abarcas vacías, Miguel, tan pletóricamente llenas.
Quiero morirme como los poetas que se mueren de pura vida,
de pura luz en la mirada.
Quiero morirme con la conciencia llena de pájaros enamorados,
para que no se diga que me he ido sin despedirme del caos fecundo del universo,
para que no se diga que me he muerto, muerta en la vida.

Cuarenta Años sin Pablo Neruda

Todavía estamos aquí esperándote. Deshaciendo nudos, besando mascarones, peinando las espumas fugaces de un mar cada vez más embravecido.
Todavía estamos aquí esperándote. Tendiendo lianas de calcetines y jazmín, apurando pozos de lodos inclementes, encendiendo hogueras de pasiones desbocadas en el filo invisible de la esperanza.
Todavía estamos aquí esperándote. Amándote, deseándote.
Ahora que el otoño viene templando de ocre la estación fugaz de los días sin nombre.

Te quiero todos los días


Te quiero todos los días.
Incluso cuando no sabía que existías.
Incluso cuando no sabía si existirías.
Incluso cuando yo no existía si tú no existías.
Te quiero ahora que los días se nos hacen pequeños
y las noches eternas.
Te quiero cuando tu sonrisa lo llena todo,
como una cascada de vida interminable,
en las interrogantes absurdas de los adultos
que siguen buscando el grial inconsciente de sus besos sin norte.
Te quiero porque llevas la sangre de mis deseos,
el estigma maculado de mis enérgicos besos,
la sed, el hambre, el sueño…
Te quiero porque todo allá donde mire
lleva tu nombre, el paisaje de tus ojos,
la infinita clemencia de tu latido preciso y sentido.
Te quiero tanto que,
en un alarde de romántica esperanza,
espero que me recuerdes con la benevolencia de la luz que transita
estos días apagados de verano.

Aburrimiento veraniego y otras cosas más


Me aburren los poetas de fórmula.
Los elitistas del verso.
El almidón de la palabra.
La egolatría del verbo imperfecto.
Me aburren los líderes de la justicia.
Los estilistas de la memoria.
Las cruzadas patéticas del pensamiento.
Y los políticos poéticos del sentimiento.
Me aburre aburrirme de la vida.
Me aburro de aburrirme de mí misma
para saber que soy lo único que tengo
… a pesar de todo.

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