Bienvenidos al hogar de mi alma

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DÍA 19: La silla de pensar

De repente la vida nos ha dado un empujón y nos ha enviado al rincón, a la silla de pensar.

Quizás sea el momento de dejar a un lado  el visceral egocentrismo que rodea, eternamente, al ser humano. Quizás sea el momento de desterrar esa estúpida idea de que somos los reyes de la Creación. ¿Quién nos dijo que estábamos por encima del resto de criaturas que habitan el planeta? ¿Quién nos empujó a la destrucción, a la propia masacre de nuestro destino?

Es el momento de empezar a pensar en plural. 

La vida nos ha dado un empujón y nos ha mandado a la silla de pensar.

DÍA 18: El pan nuestro de cada día

Debajo de mi casa hay un despacho de pan. La dependienta se llama Mari. Ninguno de estos días de aislamiento ha dejado de abrir su panadería. Su sonrisa ilumina todo el barrio como una catarata de fuegos artificiales, ahora reflejada sólo en sus ojos.

Como en una letanía de primero de catecismo, hemos aprendido a rezar una oración de esperanza:

El pan nuestro de cada día dánoslo hoy.

Y Mari, enfundada en sus guantes y con su mascarilla reglamentaria, guardando la más prudente de las distancias, nos entrega el bien más preciado del día. 

Menos mal, hoy sólo pasaremos hambre de libertad.

DÍA 17: Abril

Un día menos. Un día más. 

El calendario sigue su curso. Abril se ha abierto paso sobre el desolado tránsito de las horas vacías. 

Recuerdo a Machado: «Abril florecía frente a mi ventana» . Y así es. También frente a la mía se desboca la primavera. Un revuelo de verbenas, margaritas, prímulas y geranios, nacen y se aglutinan más allá de la vida del ser humano. 

Mientras nosotros tratamos de sobrevivir, encerrados en la propia soledad de nuestros errores, ellas nacen, respiran, se multiplican. Quizás este sea el momento.

«Abril florecía frente a mi ventana».

DÍA 16: Respirar

El planeta Tierra respira cuando la humanidad se detiene.

La Madre Gea me cuenta: «habéis tocado fondo».

Quizás algún día alguien recuerde que hemos muerto, como el que muere frente al escaparate de una floristería en abril.

Pero ahora, de momento,  toca resucitar. 

DÍA 15: Los niños hogareños

Una nueva raza humana ha crecido a partir de la crisis del coronavirus: los niños hogareños. 

Son esas criaturas que han nacido en familias de puertas y mentes abiertas, educados en colegios de ventanas decoradas con flores y versos de Gloria Fuertes, los que acuden a todas las clases de extraescolares combinando el yoga con el teatro, el fútbol con las manualidades o el judo con la guitarra. Son los que han desterrado a Disney para convertirse en héroes y heroínas de Marvel. Los que meriendan en los parques y se lanzan al infinito desde todos los toboganes. Son los niños de la libertad y la anarquía. 

Pero, de repente… 

¿Qué fábula nos inventamos para explicar este vacío, esta ausencia, esta lejanía? ¿Dónde han quedado sus amigos, sus abuelos, la clase de matemáticas o los empujones en el patio?

En casa todo es distinto. El amor no sirve para todo, al menos a estas edades. ¿Jugamos a sobrevivir? 

Una nueva raza humana ha crecido a partir de la crisis del coronavirus: los niños hogareños. 

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