Te quiero todos los días.
Incluso con lluvia.
Con viento, con sol o silencio.
Te quiero sobre la soledad del olvido,
con la algarabía de la verbena,
con el insufrible descalabro del infierno
o en la perfecta armonía del inalcanzable cielo.
Te quiero.
Te quiero todos los días.
Entre los peldaños que bajan.
Sobre las escaleras que ascienden.
En este columpio enamorado y valiente
sobre el que te mueves,
como una lírica mariposa
que busca luz y alas para esa sed de eternidad.
Te quiero todos los días.
Incluso cuando ni siquiera sabía que existías.
Etiqueta: Alma
Una vez han cortado el cordón umbilical, tus hijos dejan de ser tuyos para pasar a formar parte del mundo. Mundo que una sueña plácido, excitante y sincero, pero que no siempre resulta ser así. Por eso un día dejan de ser las cándidas criaturas que retozaban felices en el paraíso acuático del útero para teñirse de verde y venirte con el cuento de monstruosas anatomías imposibles. Es lo que tiene haber nacido mujer con vocación de madre, que, a pesar de todo, se sigue pariendo cada día, casi con los mismos dolores de aquel lluvioso enero.
COMENTARIOS RECIENTES