SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

Bienvenidos al hogar de mi alma

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Mirar más allá

Si te asomarás al crepuscular silencio que habita mis venas
podrías contemplar la orquídea desnatada que alienta los silencios,
el tímido sendero de sanguíneas avenidas
sembrado de olvido por los íntimos costados.
Un páramo desierto donde la esperanza naufraga
en el barlovento lírico de la vida fugaz, enigmática y diáfana,
ascua de lluvia que remansa verdades a medias
sobre un ígneo despertar de bocas hambrientas.
Si quisieras mirar más allá de mis ojos,
si quisieras…
si yo te dejara…

Siempre vuelvo con el frío

El verano me aletarga, me anula, me diluye como un montaña de desoladas aristas que quisieran huir de la propia raíz de la naturaleza.
Odio el calor y sus vísceras agónicas y cuanto mayor me hago más me afilio al paraíso de los glaciares, a la eterna resurrección de los carámbanos enamorados, a la deslizante transparencia de los espejos titánicos.
He vuelto porque acaban de anunciar lluvia para cualquier segundo del reloj.
Porque el otoño ya tintinea tras el desconchado calendario.
Porque acabo de respirar tres veces y no me ha ardido la garganta como una pira de volutas infernales.
Creo que a partir de ahora voy a intentar ser mejor persona, no quiero ir al infierno hasta que, por lo menos, no apaguen las estufas.

A contracorriente

A veces una se cansa de hablar a contracorriente.
De pensar a contracorriente.
De llorar a contracorriente.
De desnudarse a contracorriente.
A veces una se cansa de vivir (con o sin corriente).
Y entonces quieres ser tortuga para que no te agobie el peso del tiempo, ni la conversación vespertina de los políticos corruptos, ni los besos de tu amante, que siempre caen de soslayo en el último pliegue de la memoria.
Ser tortuga para esconderte en tu casa cuando el viento desmantela la luz de tus cortinas, los pliegues de las persianas, el íntimo tiritar de las bombillas azules.
Ser tortuga para saber cual es tu casa, más allá del peso que te aplasta la vida.
A veces una se cansa de sobrevivir a contracorriente
por eso busca, en los puentes cercanos, el íntimo abrazo del adiós infinito.

Hoy la Reina está de fiesta

Hoy la Reina está de fiesta. Por fin los Borbones salen a las portadas de los periódicos para hablar de felicidad más allá de las fotos oficiales, las cacerías inoportunas, los accidentes balísticos o los bolsillos sin fondo de los consortes atrevidos. Hoy se ha hecho justicia para la casa Borbón.
Y es que, aunque no lo parezca, la tatarabuela andaba, cual espíritu incorrupto, pidiendo justicia sobre el desastroso legado de su memoria. Demasiada miseria institucional para una mujer que solo quería vivir y que le cayó la desgracia de la monarquía como una losa incombustible.
Pero hoy la Reina está de fiesta, y yo con ella.
Nos acaban de conceder el PRIMER PREMIO a la MEJOR ACTRIZ en el Certamen de Teatro «Siete Llaves» de la ciudad de Sepúlveda, en Segovia.
¡¡Larga vida a la Reina!!

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