Chus, espéranos.
No existen los días iguales.
Cada segundo lleva impreso un aroma a distinta ingenuidad, a díscola aventura a enamorado vértigo sobre la cima del mundo.
No existen ojos iguales.
Cada iris regala unos paisajes distintos, con sus barrancos profundos con sus valles preñados de amapolas y botón de almendro.
No existen personas iguales.
No existen.