Me duele España desde el mismo ombligo de su llanto.
Me duelen sus hijos y sus silencios.
Sus errores. Sus mentiras.
Las sombras que gravitan sobre el continuo bucle de su desmemoria.
Me duele España como la vapuleada, la hijastra, la desgarrada,
la entregada a las manos vaporosas de los ineptos.
La vendida como una prostituta de lujo con el útero yermo y los pechos vacíos.
Me duele la deslealtad de sus padres.
Me duelo yo misma.
La cicatriz de mis dientes.
El desamparo de mis vísceras.
La moral caótica de los vasos vacíos sobre mesas redondas.
Y al fin, como un radial sanguíneo de desmoronadas auroras,
me voy a dormir-morir sobre el último aliento de la desesperanza.