Reconozco que tengo el grifo de las lágrimas flojo.
Que alguna gotera me dejaron abierta nada más nacer.
Ese lagrimal embozado, esa tubería detenida.
Ese enigma que siempre se queda palpitando en el agua fugaz y lastimero de una lágrima más.
Reconozco que tengo el corazón flojo.
Pero a estas alturas ya no tengo ganas ni fuerzas para llamar al fontanero.
Benditas ellas que me recuerdan que la debilidad
es solo un invento de los dioses ciegos.

http://www.youtube.com/watch?v=YoakHkeNntE