Hay personas que son parte del paisaje. Seres que se mimetizan en las esquinas de la memoria. Transeúntes que se expanden sobre el asfalto como vestigios certeros de la vida variopinta. Son esas personas que, aunque muchas veces desconocidas, exhalan el perfume de un camino colmado de luces y sombras a partes iguales. Son los botones perfectos que inundan un jardín de cálidos aromas.
Más allá de la luz o la palabra. Más allá del resplandor mimético de la esperanza. Más allá del tacto o la sonrisa. Más allá…retomando el camino de los claveles sobre la alfombra certera de la muerte.
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