Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Sindicato Bergerac (Página 4 de 17)

Nosotros no pasamos, pasa la vida

Feliz Cumpleaños, Antonio Santos

Desde que sólo cumplimos dieciocho se nos ha tersado la piel y la memoria.
Incluso la risa se nos ha llenado de jilgueros.
Ayer descubrí que me habían crecido algunas petunias entre las cejas y yo sé que tienes guardados claveles en los bolsillos, esos que sólo sacas en las mañanas radiantes de lluvia y confidencias.
Desde que sólo cumplimos dieciocho se nos ha encogido la angustia y el desánimo
(a pesar que hay días de neblinas persistentes,
desazones envueltas en el llanto
o enmascarados silencios sobre el tránsito del mundo).
Desde que sólo cumplimos dieciocho se nos han alargado las pupilas más allá del paisaje crepuscular del horizonte,
más allá del térreo huerto indeciso en el que un viento frutal nos despeina la sonrisa.
Se nos han agrandado las espaldas por el peso de las intangibles mochilas
en las que guardamos aquellos versos que ya nadie se atreve a recitar por miedo la esperanza.
Y es que no hay nada, amigo, como volver a verse parido cada día
frente al asombro ígneo del ingenuo mundo
para seguir descubriendo que nosotros no pasamos, la que pasa, siempre, es la vida.

Claveles para una despedida

Hay personas que son parte del paisaje. Seres que se mimetizan en las esquinas de la memoria. Transeúntes que se expanden sobre el asfalto como vestigios certeros de la vida variopinta. Son esas personas que, aunque muchas veces desconocidas, exhalan el perfume de un camino colmado de luces y sombras a partes iguales. Son los botones perfectos que inundan un jardín de cálidos aromas.

Más allá de la luz o la palabra. Más allá del resplandor mimético de la esperanza. Más allá del tacto o la sonrisa. Más allá…retomando el camino de los claveles sobre la alfombra certera de la muerte.

Escribo

De vez en cuando escribo, pero todos los días junto letras.
Estoy enamorada del abecedario.
Me excitan las eñes, las eles erectas, esas pes redonditas que tan pronto se vuelven bes según les de el viento.
Soy dueña de mi amor y mis palabras.
Soy libre.
Escribo para desgarrarme la memoria,
desvirgarme la conciencia,
destartalarme el equilibrio.
Escribo cuando amo y se me olvida, e intento recordar lo que no siento, incluso cuando me suenan las pestañas en el vértice del desaliento.
Por fin he encontrado mi oficio.
Lástima que aquí sólo tengan hueco los políticos ladrones.

Reflexión de sábado


A veces siento que no me siento.
Las pestañas balancean un rastro infame de olvido,
decaen en la ingravidez de la tristeza,
se vuelven huracanes desprendidos de la desmemoria,
el último vestigio de la esperanza.
He tocado fondo.
Ahora la vida es otra cosa.
Hay que nacer de nuevo.
Cada día, cada instante.
Volver al embrión con la luz de la vida nueva.
No ser.
Respirar.
Renacer más allá del conocimiento y la memoria.

No me acostumbro


No me acostumbro a los días sin luna
ni a las noches sin sol.
No me acostumbro.
No me acostumbro al café con azúcar,
al cacao del chocolate
ni al salino arrecife que emanan las lentejas.
No me acostumbro.
No me acostumbro a las escaleras sin vértices,
a las esquinas redondas,
al colapso en las carreteras
donde sólo transitan ovejas y niños.
No me acostumbro.
No me acostumbro a quedarme así,
estática en la costumbre,
desmemoriada y ausente,
fugitiva de mí misma y mis miserias emotivas.
No me acostumbro.
Dadme alas, voz, alarido y olvido
que yo pondré un río de lágrimas
sobre la tinta indeleble de la desmemoria.

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