Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: Genio y figura (Página 4 de 13)

Querida Luzmaría, espéranos

AQUELLOS LEJANOS DÍAS

No lo sabíamos entonces.
La vida era un derroche
de verbos clandestinos
y nuestros huesos eran
un frugal hervidero
de narcisos.
Pero no lo sabíamos.
La luz como un incendio
ceñía nuestros cuerpos
de extraño resplandor
para mirar los días
como si fueran redes
donde atrapar los sueños.
La vida era otra cosa.
Pero no lo sabíamos.
Entonces nos urgía
inaugurar palabras,
conjugar nuevos verbos,
traspasar los celajes
oscuros de la tarde
y sentir la pasión
de aventuras errantes.
No todo era mentira.
Pero no lo sabíamos.
El tiempo no existía
y el tacto de la vida
era un puro espejismo.
Y es que estábamos presos,
del tiempo y del destino.
La muerte silenciosa,
calladamente pálida,
crecía con nosotros.
Pero no lo sabíamos.

Luzmaría Jiménez Faro

Nocturno carmín con Greta Garbo


Quiero estar así: estática y magnánima.
Así: ambiguamente emocionada
sobre la desnudez del mundo y su desaliento.
Vestida para el triunfo de la vida,
más allá del fugaz incendio de la muerte.
Levemente etérea sobre el alfeizar de los verbos sin tiempo,
de los adjetivos sin luz ni memoria.
Quiero estar así: serenamente descendida
hacia la emoción primitiva
de la libertad que nos eleva sobre el lecho y el musgo
de aquel beso primero en la soledad del llanto.
Quiero ser ese relámpago de añoranza
que se queda prendido en la memoria de los amantes huecos.
Y al final, ser-siendo,
elevarse sobre la fragilidad del silencio
para perdurar más allá de las eternidades con sabor a lluvia.

Soñar con la vida, a pesar de todo

                                     A mi tía Juana
No pudo con ella el hambre, las enfermedades, la miseria, ni siquiera una dictadura que duró siglos y que aún está enquistada en los anales de la memoria olvidadiza de los altos estamentos.
No ha podido la ignorancia, el velo negro de las madres huérfanas,el inclemente silencio de los deseos muertos, ni siquiera ese saberse extranjera, siempre, en cualquier territorio de la esperanza.
A pesar de tener una habitante extraña en su casa, con su guadaña de místicos desvelos, espiándola cada día, ella soñaba con la vida.
Pero la muerte siempre es esa ramera de lascivas piernas que te alcanza antes de que se desplome el primer rayo de la madrugada, la última saliva de la pesadilla postrera. Tenía que ser en otoño, cuando caen las hojas, se descuelga el verano, tenía que ser hoy que cae la nieve como un aguacero de futura semilla derramada. Semilla de vida, de sueño, de muerte precipitada por los andamios de la historia.
Pero como nada nos vence, te regalo tu último legado. El legado de tus padres, de mis abuelos. La sangre que nos sigue transitando con la voz entrecortada pero siempre firme.
Adiós tía. Hermana de mi madre. Madrina mía.
Feliz Viaje, compañera.

https://www.youtube.com/watch?v=yL6JZV6k2k0

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