Bienvenidos al hogar de mi alma

Categoría: A quien corresponda (Página 5 de 12)

Un año que se va y otro que viene

No ha sido un año fácil Mariyear, claro que si una lo mira desde el consuelo del pobre, todavía podía haber sido peor.
Hemos tenido que protestar y luchar mucho para no llegar a ningún sitio. Nos están empujando a dar pasos hacia atrás y toda la luz conseguida se está volviendo oscuridad de imposibles esperanzas. Hay días en las que hasta el puño en alto se queda congelado, temblando como un pájaro herido sobre la desfachatez del silencio.
Nos han despojado de todo, pero siempre nos quedará la esperanza.
Tengo mucho camino por recorrer todavía, muchos escollos que saltar y mucho aprendizaje por cumplir. He cometido tantos errores que a menudo ya no sé si estoy viva, aunque gracias a ellos sigo apostando por este oxígeno que me habita.
Feliz año nuevo Mariyear, feliz poesía.

 

Carta abierta al día de hoy

 

Señores políticos, banqueros, y monarcas en general:
Estando, todavía, en completas facultades mentales (hasta que acaben de retirarme, definitivamente, mi asistencia sanitaria y entonces cualquier cosa puede pasar…) quiero pedirles un pequeño favor, si pudiera ser de vuestro agrado o, acaso, estuviera dentro de vuestra insigne agenda de beneplácitos y otras solidaridades:
¡¡Necesito tener vacaciones!!
Pero no las del Caribe, ni las de las bolsas de Suiza, ni siquiera las del chiringuito de Benidorm. Necesito que ustedes me dejen descansar durante, al menos un mes.
Treinta días paradisíacos en los que, cuando abra un periódico, encienda la televisión o el wasap se me desborde, no sea para enseñarme otra desvergüenza más, otro robo más, otro espolio más, otra mentira más, otra puñalada más,… otra bufonada más.
Llevo años dejándome la imaginación en los escenarios de nuestro país, desgranando sílabas en poemas que se quedan latiendo al borde de las páginas vacías, colaborando con la sed y el hambre, de lo que ustedes, todavía, no saben solucionar (a pesar de aportar mi contribución para ello, es decir, sus sueldos)
Denme solo treinta días y regalenme noticias felices, de esas en las que los príncipes tenían sangre azul y enamoraban a princesas que besaban labios de sapos. Traigan a mi mesa el agua de los manantiales justos, la sopa de los líricos andamios y esos postres que llevan el azúcar de los días iguales, de los segundos distintos, de la vida que se estrena cada instante para hacernos eternamente felices en nuestra condición natural.
Descansen de sus intensas vidas de corruptelas y juzgados, lapidaciones y condenas, sollozos y perdones que se esconden entre el lacónico rictus de la infamia y el descaro. Descansen de ser dioses en un mundo que cada vez se siente más ateo.
Esperando que atiendan este humilde escrito y me concedan la luz de su entendimiento (si es que aún les queda). Me despido desde la ensoñación de saberme, pese a todo, viviendo en un mundo libre.

Trenes que se van y ya no vuelven


Hay amores que se van y ya no vuelven. Besos que se quedan prendidos en el débil paisaje de la memoria. Corazones que andan latiendo sobre la debilidad de los paisajes fríos. Pero ahora, también, hay trenes que se van y ya no vuelven. Y las estaciones se quedan temblando, y las maletas lloran una ausencia de siglos, y los pañuelos se quedan estáticos sin venturosas despedidas.
De repente la capital de España se ha vuelto todavía más inaccesible para los habitantes de nuestro valle y ahora todo queda lejos, demasiado lejos para aquellos que no disponemos del bolsillo necesario, el glamour casi perfecto o el tiempo que nos roban sobre el ocaso de los días estáticos.
Aquella aventura ferroviaria que inaugurarán reinas de postín y ministros descabalados, ha tocado fondo. Ahora otros decorativos príncipes y reyes, junto a nuevos políticos, no menos insolentes, vienen a desmembrar los raíles bajo el palio inclemente del señor capitalismo. Que los que existimos aquí abajo no merecemos gozar las mieles del eterno Madrid castizo.

Foto | Petreraldia

El pregonero, la educación y otras cosas del sufrir

Es tradición que un «ilustre» pregonero dé paso a los eventos extraordinarios o fiestas que se celebran en los municipios de España. Es ese personaje que, conociendo las tradiciones y el sentir de sus gentes, es capaz de hacer llevar la «buena nueva», abrir la puerta y dar el pistoletazo de salida para la diversión y la alegría comunitaria. Claro que no siempre se cumplen todos esos requisitos, mucho menos cuando los pregoneros, más que introductores de la fiesta, son famosos que ofrecen su rostro y sus inigualables dotes para salir en los medios de comunicación sin apenas poseer un mínimo ápice de talento artístico.

Y que conste que, como diría la frase popular, “yo ni pongo ni quito rey”, y mucho menos tal cual está la monarquía con sus injustificables injusticias monetarias.

Que ya no estamos en la Edad Media, lo dicen los arcanos calendarios y los historiadores de moda, pero lo cierto es que el panorama político y social de nuestro país más bien dice lo contrario.

Que en el siglo 21 tengamos que seguir luchando por una educación para todos, por una sanidad para todos, y por una protección a los más débiles, es como si, de repente, hubiéramos retrocedido hasta el Pleistoceno de los derechos humanos donde había que recopilar piedras para defenderse un hueco entre la caverna de los ignorantes.

Pero esto es España, con sus fiestas y sus huelgas, sus escaseces y sus robos, sus injusticias y sus coronas.

Mientras tanto dejaremos que el cielo de mayo, al menos, nos siga dejando caer esta primavera que, como diría el poeta, “nadie puede detener”.

Cerrando colegios y anulando futuros

Está claro que a los que andan por las grandes esferas les interesa poco la educación de los de abajo. Si no, es imposible entender que un solo colegio se cierre. Un aula cerrada es una herida en el mismo costado de un país libre. Y un país que deja de ser libre es solo pasto para  buitres y cuervos descorazonados.

Aún sigo sin entender donde está el beneficio de los recortes en educación. Aún sigo sin entender porqué todos estos recortes los tienen que sufrir los de siempre.

Quizá, en el fondo, lo que no entiendo es donde ha ido todo ese dinero del contribuyente español que se ha colado, como por descuido, en esos bolsillos gubernamentales que ahora, de repente, dignifican un honor que no merecen.

Si un colegio se cierra no creo en nada, ni en mi país ni en los que lo gobiernan. La fe se ha colado por las alcantarillas de la inmundicia y ante el paisaje servil de ovejas obedientes que nos ofrecen, habrá que tejer alas sobre las encorvadas espaldas de la paciencia. Afortunadamente no somos máquinas, ni seres incapacitados para la memoria, ni siquiera tenemos estómago suficiente para tanta indigestión política y económica.

Y parafraseando al poeta yo os diría: “Podéis cerrar todos los colegios, pero nunca podréis detener la rebelión”.

El próximo martes, todos juntos, frente al ayuntamiento de Elda a las 8 de la noche. Por una educación libre. Por una educación para todos.

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