Bienvenidos al hogar de mi alma

Etiqueta: poetisas

NADIA ANJUMAN

  

Indagando en la triste realidad de las mujeres de Afganistán, me encontré con NADIA ANJUMAN, activista feminista y poetisa. Una mujer que, con la llegada al poder de los talibanes, tuvo que abandonar sus estudios, disfrazarse con un burka y someterse a los dictámenes de un marido que no había elegido. Fue asesinada por su esposo a los 25 años.

Como legado y testimonio de una vida abocada a la injusticia y el dolor constante, nos ha dejado sus versos. Versos que hoy revolotean pidiendo ser liberados de su enclaustramiento.

NO DESEO ABRIR LA BOCA

Nadia Adjuman

No deseo abrir la boca

¿A qué podría cantar?

Yo, quien es odiada por la vida,

tanto da cantar que callar.

¿Acaso debo hablar de dulzura

cuando siento tanta amargura?

Oh, el festín del opresor

me ha tapado la boca.

Sin nadie a mi lado en esta vida

¿A quién dedicar esta dulzura?

Tanto da hablar, reír,

morir, existir.

Yo con mi soledad forzada

con mi dolor y mi tristeza.

Nací para nada.

Mi boca se debe sellar.

Oh mi corazón, ya sabe que es primavera

el momento para celebrar.

¿Qué debo hacer con un ala atrapada?

Así no puedo volar.

He estado callada por demasiado tiempo

pero nunca olvidaré la melodía,

que no paro de susurrar.

Las canciones que brotan de mi corazón

me recuerdan que algún día

romperé la jaula.

Volar de esta soledad

y cantar con melancolía.

No soy un frágil álamo

sacudido por cualquier viento.

Soy una mujer afgana,

entiéndase mi queja.

Estoy enjaulada en este rincón

llena de melancolía y pena…

Mis alas están cerradas y no puedo volar…

Soy una mujer afgana y debo aullar.

29 miradas

Poetisas: Lourdes Espínola

 

Cuando todas las palabras,
esas frutas hermosas,
las deseadas,
fueron usadas como cualquier cosa,
decidí tragarlas.
Pelar cada adjetivo con los dientes,
chupar cada vocal desde la pulpa
y que caigan los jugos
de comas y puntos suspensivos.
Esas frutas amadas,
las palabras transgredidas
por otros,
las rescaté, las devoré.
Hoy están a salvo,
son mi cuerpo.

 

    de «Desnuda en la palabra»   Ediciones Torremozas