Bienvenidos al hogar de mi alma

Mes: marzo 2020 (Página 2 de 4)

DÍA 11: Jake en el aislamiento

Jake no entiende que, de repente, todos estemos en casa. Es como si la familia de los domingos por la tarde se hubiera quedado estática en el calendario. Ahora ocupamos su sofá las 24 horas, no le damos tregua para el silencio o le abrazamos desesperadamente como si en ello nos fuera el amor, la vida, o ambas cosas. Él no sabe que es el único que está libre de este mudo tormento que nos habita.

Ya no ladra por la ventana a los niños que van al colegio cargando sus mochilas y sus bocadillos de nocilla. Porque en las calles no hay niños. Tampoco se encarama, desafiante de ternura, a las rodillas de los abuelos, a los que regala un ladrido de complaciente alegría. Porque en las calles tampoco hay abuelos.

Jake no entiende por qué, de repente, el mundo ha cambiado tanto. Jake es un perro. Desconoce que su corazón limpio es el único que se libra de esta soledad impuesta, de este holocausto de vanidades humanas en el que todos naufragamos a la deriva de un futuro incierto. Quizás sea verdad que sólo los perros merecen ir al cielo.

 

DÍA 10: Gracias

Va por ti:  Clarisa, Bárbara,  Maite, Javi, María José, Antonio, Rafa, … por todos y muchos más.

A menudo olvidamos que somos seres frágiles. Tan frágiles como un botón de salvia que se abre paso entre la primavera para llegar a ser flor. Flor perecedera. Ignorada en la eternidad de los jardines eternos. Pero la eternidad no existe salvo en las manos fieles del jardinero.

Gracias por traer la primavera en estos momentos de glaciares inmensos.

Gracias por por regalar la huella, el aliento, la mirada, el paciente discurso del silencio, la cálida emoción del abrazo presentido.

Gracias por la permanencia. Gracias por la resistencia, por la lucha y el latido.

Gracias por ser nuestros jardineros.

Gracias por vuestra vida.

DÍA 9: Carta

Hace apenas unos días amaneció gris.

Unos corrieron a refugiarse a sus casas, otros tuvieron que acudir a los hospitales.

Se apagaron los besos y se detuvo el cobijo del abrazo.

El cielo se había cubierto de desolados paraguas que tapaban el sol.

Amar se había convertido en el único verbo capaz de conjugarse consigo mismo.

Sin embargo, la primavera sigue brotando en los jardines, en los barrancos y entre los prados, en esas miméticas macetas que florecen con el sólo milagro de la vida.

El calendario no ha sabido detener su camino. Tampoco el ser humano.

Querido amigo, querida amiga:

vas a ganar la batalla porque el mundo necesita tus manos, tus ojos, la luz de tu alegría y el brillo de tu sonrisa.

Detrás de las ventanas huele a romero, hierbabuena y manzanilla. Detrás de las ventanas huele a esperanza. Detrás de las ventanas te están esperando.

Ganarás esta batalla.

Ganará la vida.

DÍA 8: Como si fuera lunes

Como si fuera lunes. He madrugado. Me he aseado y vestido para salir al trabajo. 

El teléfono móvil estaba cargado.

En el bolso nada faltaba: mi agenda,  dos bolígrafos, las llaves, un carmín para no desfallecer la sonrisa y la cartera con algunas monedas, suficientes para la necesidad del día. La documentación y unos cuantos caramelos de menta.

El café descafeinado pero intenso. La tostada crujiente con su aceite de oliva virgen. Y unas pocas nueces para la mañana.

Me he vuelto a mirar al espejo, con el asombro del que se descubre, un día más, frente a la vida.

Hoy llueve, he cogido el paraguas.

Al salir al balcón he sonreído con la ingenuidad de una adolescente que acaba de encontrar su primer amor.

Hoy tampoco saldré de casa.

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